viernes, 30 de mayo de 2014

El trabajo arqueológico en dioramas

Ayer mismo estuve viendo por twitter imágenes de un diorama presentado en las JEMERG 2014 (Jornadas de Seguridad, Emergencias y Catástrofes) por parte de la policía científica en el que se recreaba un escenario del crimen y se mostraban sus herramientas de trabajo. No pude sino recordar nuestros intentos, por medio de estas maquetas a tamaño real o reducido, de mostrar cómo es el trabajo del arqueólogo -que, además, tiene mucho que ver con el de la policía científica, pero eso es otra historia-.

En los orígenes de la representación 3D de la realidad arqueológica, mucho antes del nacimiento de la informática y de la imagen digital realizada por ordenador, se encuentra la colocación cuidadosa de figuras realizando distintas tareas propias del trabajo del arqueólogo (excavar, medir, cribar, dibujar, fotografiar, etc.) en entornos fingidos, recreando minuciosos ambientes cargados de detalles que constituyen las delicias de los más frikis, pero también de los niños, jóvenes y no tan jóvenes, los viejos y los no tan viejos, que se quedan impresionados ante tanta figurita. Los dioramas han demostrado ser una de las herramientas más útiles de la didáctica y, sobre todo, de las que más interés suscitan en los profanos de la materia. Baste ver el Museo della Civiltà Romana -desgraciadamente hoy cerrado- y cómo, pese a las pocas visitas que tiene por estar poco promocionado, todo el mundo que va allí acaba enamorado. 


Visitantes en el Museo della Civiltá Romana, contemplando una de sus maquetas.

Disponer en un museo de arqueología de dioramas que expliquen cómo es el trabajo del arqueólogo parece imprescindible pero no es así: ni siquiera el MAN, el último gran museo en abrir sus puertas, tiene un pequeño diorama que explique cómo diablos llegan los arqueólogos a esas conclusiones. Son otro tipo de museos, fundamentalmente los etnográficos y antropológicos, los que han tirado tradicionalmente del carro en esta sentido. Pero los dioramas arqueológicos, que expliquen el trabajo llevado a cabo en el yacimiento, son fundamentales en la relación entre nuestra disciplina con la sociedad. Además, no olvidemos que nuestro objeto de trabajo es patrimonio de todos y todo el mundo merece saber cómo se trata y por qué. 

A la izquierda, diorama de la estratigrafía arqueológica de un yacimiento (Anthropology Museum, Wyoming, EEUU); a la derecha, diorama del sitio arqueológico de Wat Po Si nai (Ban Chiang Museum, Tailandia).

¿Qué imagen tiene la gente de nuestro trabajo a partir de estas representaciones? ¿Se ajustan de verdad a lo que nosotros hacemos? ¿Qué impresión ofrecen al mostrarse descontextualizadas o, peor aún, insertas en la dinámica de un museo? Muchas son las preguntas que pueden llevar a cuestionarnos este tipo de trabajos pero, en conjunto, parecen buenas iniciativas y, en muchas ocasiones, atraen más la atención de la gente que las propias piezas originales. 

Dos dioramas -uno a tamaño natural y otro reducido- que muestran la ejecución de un trabajo arqueológico. 

Debemos reconocerlo, estos propios dioramas muestran cosas que a los arqueólogos nos parecen incongruentes y prácticas que serían decididamente erróneas en una excavación arqueológica. Observemos, por ejemplo, cómo en el diorama que hay sobre estas líneas, a la derecha, los muros de un edificio coinciden perfectamente con las cuadrículas excavadas al modo Wheeler. Esto es poco recomendable pues bajo los testigos ("muros" de tierra que quedan entre los cuadrantes excavados) pueden quedarse ocultos muchos muros y no quedar registrados convenientemente.

Pese a todo, ¿a quién le importa? A los arqueólogos, porque a la gente no. La gente lo que quiere ver es una imagen "compuesta" por muchos momentos simultáneos que le acabe dando una impresión general de cómo se lleva a cabo una excavación arqueológica. Este tipo de representación es realmente muy clásico y se ve ya en los vasos griegos, donde, por ejemplo, varios momentos de las bodas se representaban de forma simultánea, sin que, evidentemente, ocurrieran en el mismo momento en la realidad. Así, en un diorama arqueológico podemos ver una excavadora a punto de llevarse algo por delante, un arqueólogo trabajando sobre unos restos óseos y un operario llevando una pala y un pico a dios sabe donde. Probablemente haya otro personaje dentro del baño echando la meada. Quién sabe. Estas cosas no ocurren a la vez en una excavación arqueológica pero esto es irrelevante. Lo que importa es cómo en nuestra mente esa imagen se descompone en varios momentos consecutivos y cobra movimiento.

Pequeño diorama realizado por Jaime Almansa. 

Si continuamos por la senda de los Playmobil nos podemos encontrar muchos otros dioramas arqueológicos. Parece que estos míticos juguetes se han convertido en el arma preferida de la divulgación arqueológica mediante dioramas y constituyen una forma excepcional para conectar de forma visual con la sociedad:


Arriba (izquierda y derecha): dos vistas del diorama de la excavación de Medina Elvira (Granada); abajo a la izquierda el diorama de Atapuerca (Burgos); diorama de una excavación arqueológica realizado por un equipo francés.

La ventaja que tiene el uso de este tipo de juguetes para la recreación del trabajo arqueológico es que predomina un esquematismo empático que permite detectar mucho antes qué son los objetos que se muestran en la escena porque se encuentran ya en el imaginario colectivo de gran parte de la población occidental. Especialmente para aquellos jóvenes que se han educado jugando con Playmobil o Lego, resulta extremadamente sencillo que entiendan qué es lo que está pasando en la escena que se presenta.

El trabajo arqueológico, tanto en su vertiente terrestre como en aquella subacuática, ha sido representado de forma bastante didáctica en al MARQ (Museo Arqueológico de Alicante), con unos dioramas muy ilustrativos. Les faltan, eso sí, las personas: son dioramas a tamaño real -o casi- completamente vacíos de gente, de almas. 

Dioramas arqueológicos vacíos de gente en el MARQ

¿No echáis nada de menos en todos los dioramas propuestos? Sí, efectivamente, falta aproximadamente el 80% del trabajo arqueológico. Sólo encontramos representaciones, en la mayoría de los casos, del trabajo de campo, pero nunca del trabajo de oficina, delante del ordenador; del trabajo de biblioteca buscando información; del trabajo de laboratorio, analizando los materiales; etc. En el imaginario colectivo seguimos imprimiendo la idea de que la arqueología es únicamente excavar y esto, en mi opinión, nos acaba pasando factura. 

A día de hoy, la representación en 3D del trabajo arqueológico no ha salido, prácticamente, del formato analógico para dar paso al mundo digital. Sólo hay pequeños acercamientos, como este en el que se representa en 3D una antigua excavación en un palacio asirio de Nimrud/Kalhu (Irak):



O el propio trabajo que ocupó mi TFM sobre el Horno de Montesa, para el que recree el momento de la excavación del mismo:



A día de hoy vemos cómo estas dos propuestas todavía tienen problemas a la hora de empatizar de forma efectiva con el público y, sobre todo, adolecen de la falta de vida, de personajes animados que estén realizando sus tareas en la propia excavación. De cualquier modo, las posibilidades del 3D digital son distintas y variadas, permitiéndonos una inmersión mayor, la realización de una escena dinámica y, por lo tanto, más realista; etc. Sin duda este es otro camino importante que se va a desarrollar en el futuro y es otra de las vías más interesantes que tiene la arqueología virtual, donde todavía queda mucho por hacer.


¿Conoces otros ejemplos de dioramas arqueológicos interesantes? Enséñanoslos en los comentarios.


martes, 27 de mayo de 2014

Arqueología "galáctica" y las modas de la arqueología en España

"Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana..." (Y ahora os recomiendo, antes de seguir leyendo, subir los altavoces a tope y pulsar a play en el siguiente reproductor:)


UNA VIEJA ESPERANZA

Nos encontramos en un periodo de 
desconcierto arqueológico. Las máquinas 
del ladrillo han sido por fin apagadas y, 
a la fuerza, muchos paletines, antaño armas
de la cata, han acabado recluidos en régimen
de esclavitud en oscuras floristerías. 

Durante la batalla, muchos han perdido
trabajo, ilusión, familia y sueños.
La burbuja inmobiliaria, una estación 
espacial acorazada con potencial suficiente
para destruir un país entero, ha estallado.

Perseguidos por los siniestros agentes
de la Academia y la Administración, muchos 
arqueólogos buscan refundar la disciplina, 
superar la crisis y seguir excavando.
Muchos pretenden, de este modo, devolver
la Galaxia a sus años dorados...



¿Existirá arqueología en el universo Star Wars? Si existiera probablemente sería algo como lo que se ve en la imagen, no muy distinta a la arqueología de toda la vida, con su polvo, sus papeles, sus cuadernillos, paletines, carretillas y sus naves militares estrelladas tras alguna batalla, cubiertas finalmente por la tierra. Si existiera la "arqueología galáctica" quién sabe si tendrían los mismos problemas que nosotros, una burbuja inmoviliaria maligna, mucho curro en época de vacas gordas -¿o serían banthas gordos?- y de espejismos aún más gordos. Y ahora, ¿qué? Se preguntarían. 

Como en la Galaxia, también en nuestro país existen todavía arqueólogos que quieren volver a la época de bonanza. Aquel tiempo de oro en el que el trabajo y el dinero nos desbordaba. Se excavaba mucho, o se hacía algo parecido. Así la describió Jaime Almansa hace poco: "Académicos mayoritariamente desentendidos del mundo y absortos en su búsqueda de un conocimiento que no termina de llegar a nadie. Empresarios que aprovechan el exceso (o defecto) de trabajo para cosificar investigadores, convertidos en herramientas para la liberación del terreno. Técnicos desbordados y desmotivados. Estudiantes todo terreno que aceptan la precariedad como salida a la nada." Y acaba con una pregunta que debemos hacernos todos: "¿Era esa la Arqueología que queremos?"

No sé si de verdad hemos cambiado mucho pero sé que es el momento del cambio. Un cambio sincero de la arqueología tradicional hacia nuevos horizontes que hagan de nuestra disciplina una ciencia más rigurosa, social, ética y pública.

Los que analizan la situación de la Arqueología Española en la actualidad -y muy revelador es en este sentido el último artículo de Neil- hablan de unas oportunas modas a las que muchos de los arqueólogos que se han quedado sin trabajo se están sumando en masa: entre ellas destacan, entre otras, la arqueología pública (con los talleres, quizás, por bandera) y la arqueología virtual. Dos ramas de la arqueología que, en principio, son muy positivas: la primera busca la integración de toda la sociedad de nuestra profesión y de los frutos de nuestro trabajo ya que, al fin y al cabo, el patrimonio pertenece a toda la sociedad y en muchas ocasiones es el dinero público el que nos paga; la segunda explota el desarrollo de las nuevas tecnologías, el famoso mundo del 3D, que permiten importantes avances en la metodología de documentación, investigación y difusión del patrimonio arqueológico. 

A estos carros, entre otros, se está subiendo gran parte de la comunidad profesional arqueológica porque no tienen qué llevarse a la boca y ven en ellos posibles puertas a un futuro profesional. No creo que sea denunciable. En algunas ocasiones, bien es cierto, hay gente que quiere volver a la época de bonanza económica anterior de forma rápida e irreflexiva aprovechándose del trabajo en estas nuevas disciplinas pero, generalmente, se dan de bruces con la realidad y se dan cuenta de que ni es tan fácil organizar talleres didácticos ni se documenta un edificio en 3D por arte de magia. Generalmente no llegan a buen puerto. Estos casos reflejan la situación actual de la arqueología pero no creo que modifiquen en gran medida el futuro de nuestra disciplina. Otra cosa totalmente distinta es la gente que apuesta por estas nuevas "modas" para caminar de verdad hacia un tipo de arqueología distinta hacia la creación paulatina de una arqueología de mayor calidad científica y humana. Estas iniciativas serán las que de verdad marquen el cambio y condicionen el futuro de nuestra profesión.

No nos olvidemos, para acabar, de dos cosas: que no se debe menospreciar la importancia de la arqueología tradicional, la investigación arqueológica pura que se ocupe de la terra sigillata hispánica o de los sistemas de poblamiento del alto Ebro; y que es fundamental comprender que no sólo no podemos volver atrás a aquella época dorada destruida por la famosa Crisis sino que es deseable no hacerlo. Tanto dentro de la Arqueología como fuera de ella se cometieron muchos desmanes que es importante no volver a repetir.

Que la fuerza nos acompañe a todos. Que falta va a hacer.

sábado, 24 de mayo de 2014

Road to Portugal. Cursos online de arqueología y patrimonio de la UBU.

En estos días parece que todo lo que nos une con Portugal es un partido en el que dos equipos madrileños se disputan, en la capital lusa, la copa de la Champions. Banderas blancas y rojiblancas toman Lisboa durante un par de días para abandonarla como quien se acerca a casa del vecino a echarse una copa, entra sin saludar y se va sin despedirse. 

Desde la organización de los cursos online de la UBU creemos que tenemos mucho en común con nuestros compañeros de península y que es importante trabajar unidos. Por ello, vamos a intentar abrir caminos de colaboración entre los arqueólogos españoles y portugueses porque, al fin y al cabo, compartimos casa, jardín y cielo. Nos vamos a embarcar en una aventura que esperemos que de buenos resultados y vamos a empezar a impartir también en portugués algunos de nuestros cursos online dedicados a arqueología y patrimonio. 

Para ello contaremos con la colaboración de João Ribeiro, arqueólogo por la Universidade do Minho, y ex-alumno de nuestros cursos de Fotogrametría y Blender aplicados al patrimonio, que trabaja con ilusión para que este proyecto sea exitoso.  

El primer curso que vamos a llevar a cabo de este modo se realizará en su versión en castellano y en portugués de forma simultánea del 9 al 29 de Junio y será la segunda edición del curso de introducción a Blender para la reconstrucción virtual del patrimonio:
Introdução ao Blender para a reconstrução virtual do património. 2ª Edição
http://www3.ubu.es/ceu/?page_id=7361
También podéis acceder a la web de su versión en castellano desde este link

El objetivo es doble: difundir las últimas técnicas de la arqueología virtual en nuestro país vecino y permitir a los alumnos de las distintas nacionalidades (pues en nuestros cursos también contamos con muchos alumnos latinoamericanos) tejer lazos de contacto y aprender gracias a la riqueza que ofrece la diversidad.



Vivimos en un mundo interconectado y debemos aprovechar las posibilidades que nos ofrece la educación online o e-learning para llegar más allá de nuestras fronteras con el objetivo principal de compartir conocimiento. Apostamos por una educación cercana, accesible, profesional y personalizada que permita disfrutar de una experiencia online que rompa fronteras y distancias. Estáis todos invitados a acompañarnos en este camino. 

Para contactar con nosotros:  aparicio.pablo89@gmail.com ; ivandiazsm@gmail.com


jueves, 22 de mayo de 2014

El traje nuevo del Museo (o El Museo Desnudo)

"Hace muchos años había un Museo en el centro de la capital del Reino. El Museo solía incorporar novedades tecnológicas para explicar sus salas y la gente estaba encantada. Poco a poco, sin embargo, dejó de introducir esas tecnologías para enriquecer el contenido, para hacer que éste llegara mejor a la gente, y lo comenzó a hacer únicamente por su espectacularidad. La gente, poco a poco, se fue sintiendo alejada. Las tecnologías más modernas salían de la fábrica y el primer sitio al que entraban era al Museo. No se podía abrir el Museo si no se había incorporado ya lo último de lo último. La gente había dejado de entender el Museo pero seguía acudiendo porque tenía la esperanza de aprender algo nuevo algún día y, al fin y al cabo, podía ver las piezas.
Un día una nueva empresa le presentó al Museo la última de las tecnologías: un fantástico sistema de realidad aumentada, inalámbrico y que no necesitaba del uso de ningún dispositivo, que permitía mostrar todos los objetos como nunca antes se habían visto. Era algo increíble, avalado por miles de expertos. Sólo tenía un problema: la gente que no llegaba a cierto nivel de CI no podría apreciar la explosión sensorial que prometía esta nueva tecnología. El Director del Museo no lo dudó: se implantaría sin demora este nuevo sistema. 
El día de la inauguración, el Director se sorprendió al comprobar que no veía ninguna de las piezas que antes estaban expuestas en el Museo. Resultaba extraño: allí estaban las vitrinas, los soportes y cartelas, pero las piezas resultaban imperceptibles. El Director pensó que no debía ser lo suficientemente inteligente y que, por eso, no las veía. La gente comenzó a entrar al Museo y cuando pasaba al lado del Director alababa aquella nueva tecnología pese a que ninguno lograba ver las piezas. "No soy lo suficientemente inteligente", pensaba cada uno para sí mismo. 
Finalmente, un niño dijo: "Mamá, en este Museo no hay ninguna pieza". Y todos se dieron cuenta, entonces, de lo ciegos que habían estado: aquella nueva tecnología había desnudado de piezas el Museo, las había retirado y eliminado por completo. El Director se puso muy rojo, avergonzado de que aquella escalada tecnológica le hubiera llevado a olvidarse, por completo, de las piezas, de lo que algún día quiso enseñar en el Museo."



Mis compañeros de disciplina me van a acabar odiando por este tipo de entradas. Lo sé. Sin embargo, creo que esta pequeña interpretación del cuento de Hans Christian Andersen nos puede ayudar a entender algo fundamental para la correcta aplicación de la tecnología en la museografía actual: el contenido, las piezas, aquello que queremos transmitir y enseñar va siempre por delante de las tecnologías que usemos para hacerlo. Veo con demasiada frecuencia alabanzas acríticas al uso de la tecnología en los museos, explosiones de emoción que parecen indicar que todos los problemas museográficos se van a solucionar aplicando la última de las tecnologías. No es así, de ningún modo. 

El uso de la tecnología en los museos es altamente recomendable y puede mejorar mucho la relación entre el contenido del mismo y sus visitantes. Para ello, sin embargo, debemos preguntarnos primero: ¿Qué queremos transmitir? y segundo: ¿Cual es la herramienta más adecuada para ello? La evolución de la tecnología en los últimos años hace que el número de herramientas para la transmisión de conocimiento en los museos se haya visto aumentado exponencialmente pero, para hacer efectivo su uso es necesario tener en cuenta dos cosas: uno, debemos conocer estas tecnologías y sus posibilidades y, dos, nunca tenemos que descartar el uso de una técnica tradicional (ilustraciones, textos, etc.) por el mero hecho de no ser lo más puntero.

Un buen uso de estas nuevas tecnologías -y, corregidme si no es así, que no he podido verla en persona- se encuentra en la reciente exposición del British Museum en la que se pueden explorar por dentro una serie de momias egipcias. En estos casos la gente se olvida que que tiene tecnología de última generación entre sus manos porque lo ocupa todo la conversación con las piezas. Eso es lo importante. La informática, el 3D, la interactividad... se convierte en un lenguaje. El visitante no piensa en él mientras lo usa. Simplemente lo disfruta. 

Uno de los paneles interactivos dispuestos en la nueva exposición del British Museum.

Hoy mismo he leído un artículo bastante bueno de EVE Museología, titulado "Museos e Interactividad", en el que se alaban con razón muchas de las nuevas tecnologías y sus posibilidades aplicadas a distintos museos pero se olvida la autocrítica. Se hacen en este artículo una serie de preguntas retóricas ante la reticencia de muchos museos a actualizar sus sistemas tecnológicos: "¿Tendrán miedo a lo desconocido por qué para ellos es verdaderamente un mundo desconocido? ¿Será que no tienen ni idea de lo que estamos hablando? ¿Será que su ignorancia sobre el tema está afectando a los visitantes que esperan mucho más de un museo?". Yo creo que no es ninguna de estas cosas. Los museos tienen miedo a incorporar novedades tecnológicas porque en muchas ocasiones ya les han fallado y no les han dado los resultados que esperaban. Se han encontrado con tecnologías muy caras, que no han resultado excesivamente atractivas, con las que no saben bien si la gente ha aprendido mucho o si sólo las ha usado como pequeña curiosidad y que, finalmente, han quedado totalmente obsoletas.

Un ejemplo de ello son unos fantásticos paneles interactivos con unos magníficos proyectores en 3D que se encuentran en el Museo de San Isidro (Madrid) y que fueron un completo desastre, según nos contó en persona el director del mismo, quedando obsoletos pocos meses después de su instalación. ¿Quién tiene la culpa de esto? ¿La tecnología? No, de ningún modo. La tienen, por un lado, aquellos que se empeñan en aplicar las tecnologías a la museografía con el único pretexto de que son lo más moderno que hay en el mercado y que por lo tanto van a gustar a la gente y, por otro, nosotros mismos como virtualizadores del patrimonio, que no hemos sabido o no hemos tenido la oportunidad de indicar cual es el camino correcto para realizar este tipo de intervenciones. 

Los famosos paneles interactivos y proyectores en 3D del Museo de San Isidro.

La aplicación indiscriminada de las nuevas tecnologías a los museos no garantiza de ningún modo su éxito como centro de transmisión social de un conocimiento determinado. Su aplicación inteligente, en cambio, puede ayudar muchísimo en esta función didáctica y social. Es en esto en lo que tenemos que trabajar más actualmente, en mi opinión. Ya no es tan importante saber cual es la última de las tecnologías y qué museo nos va a dejar instalarla antes sino cómo conseguir que éstas (tanto la última como la primera de las tecnologías) se conviertan en herramientas válidas para aumentar la función educativa, divulgativa y social de nuestros museos. 

Acabo con unas reflexiones de Mikel Asensio y Elena Asenjo en su libro "Lazos de Luz Azul. Museos y Tecnologías 1, 2 y 3.0":
"A la tecnología conviene mirarla de soslayo, como si viniera vestida con gabardina y sombrero oscuros, porque siempre se presenta con nombre falso, el cuello subido y haciendo demasiado ruido para las calles solitarias y nocturnas. [Sin que esto nos oculte, sin embargo, que ella misma ha provocado] un aumento de la implicación con el patrimonio, no sólo de los usuarios individuales sino de comunidades virtuales al completo, y una mayor democratización de los bienes culturales." (pp. 18 y 21)


lunes, 12 de mayo de 2014

Curso online de Blender y Patrimonio (Nivel Avanzado) y 2ª Ed. de Introducción a Blender

Os confirmamos la puesta en marcha de otras dos ediciones de los cursos de la plataforma online de la Universidad de Burgos (UBUabierta) dedicados a técnicas de la arqueología virtual. En este caso presentamos dos cursos:


- Curso online de Blender y Patrimonio (Nivel Avanzado).


Nuestro objetivo principal, con estos cursos, es extender entre los profesionales del patrimonio el conocimiento y uso de Blender. Se trata de unos cursos eminentemente prácticos que permitirá, a aquellos que los cursen, dominar las herramientas de Blender que más posibilidades pueden tener para su uso en arqueología y patrimonio. 

Para más información podéis contactar con nosotros en las siguientes direcciones: edsmster@gmail.com; aparicio.pablo89@gmail.com


Objetivos del curso de introducción a Blender:
  • Familiarizar al alumno con el concepto de reconstrucción virtual.
  • Enseñar al alumno el diseño y planificación de una hipótesis reconstructiva.
  • Dominio de las herramientas principales de Blender.
  • Introducir al alumno en el levantamiento arquitectónico en 3D a partir de planimetrías en Cad.
  • Mostrar los pasos necesarios para recrear piezas de cerámica en 3D a partir de perfiles.
  • Edición e incorporación en entornos 3D de modelos láser o fotogramétricos.
  • Difusión de los resultados mediante vídeo y renderizados.

Objetivos del curso de Blender y Patrimonio (Nivel Avanzado):
  • Permitir al alumno profundizar en el conocimiento de Blender y sus herramientas.
  • Mostrar los pasos necesarios para obtener un modelo digital del terreno en el que incluir nuestras reconstrucciones a partir de datos lidar y ortofotos.
  • Enseñar al alumno el método de aproximación o reconstrucción facial en 3D.
  • Realizar bakeados de nuestras escenas y modelos 3D para permitir su correcta exportación a visores web y otros software.
  • Mostrar cómo podemos incluir nuestros modelos 3D en vídeos reales gracias a la técnica de camera tracking.
  • Enseñar la técnica de recración de una estratigrafía arqueológica en 3D de forma que podamos, gracias a Blender, hacer virtualmente reversible una excavación.


El periodo de matriculación se abrirá dentro de poco y podréis encontrar las indicaciones para inscribiros en la página web de la UBU. Ante cualquier duda contactad con nosotros.

domingo, 11 de mayo de 2014

Las JIA 2014 y el futuro de la Arqueología

La semana pasada estuvimos en las JIA 2014, compartiendo arqueología, ideas, compañía, opiniones, Kelers 18 y patxaranes. Como os podéis imaginar, el encuentro dio para mucho. Quedé gratamente sorprendido por la importancia que poco a poco le damos a la educación, a la discusión y al debate. Fue un congreso protagonizado por mesas redondas, por proyectos valientes y por algún sano encontronazo. No vi una gran pasarela de egos pero sí muchas ideas y propuestas de colaboración. Creo que tenemos que estar contentos y seguir trabajando en esta línea, porque ese es el camino. 


Por mi parte, tuve la oportunidad de abandonar de forma momentánea las conferencias sobre virtualización del patrimonio, alejarme de los cómodos power point y hablar cara a cara con la gente de temas sin duda de mayor calado: de cómo queremos entender la arqueología, de qué queremos que esta signifique para nosotros y, lo que es más importante, para el resto de la gente. 

Por eso comencé diciendo que allí iba a hablar de política. Política entendida en el sentido más importante de la palabra para el buen funcionamiento de una sociedad libre: "la actividad de cualquier ciudadano que interviene en los asuntos públicos con su opinión, su voto, o de cualquier otro modo" (Novena acepción del término “político,-a” en el diccionario de la RAE. Mayo de 2014). Cabría recordar aquí que quien no es político, en este sentido de la palabra, no es libre, pues entrega su responsabilidad y su capacidad de elección a otra persona. No en vano ya le dijo Francisco Franco, Caudillo de España, a uno de sus ministros a comienzos de los años 40: “Haga usted como yo y no se meta en política”. Pues mire usted, lo siento mucho pero yo me voy a meter en política. El patrimonio cultural es de todos y por lo tanto es algo público, objeto de discusión y de encuentros, objeto de discurso político. 

Hace poco el filósofo italiano Nuccio Ordine escribió hace poco un pequeño pero interesantísimo ensayo titulado La utilidad de lo inútil que me ha hecho reflexionar sobre el punto al que hemos llegado a la hora de apreciar la Cultura y, en particular, el patrimonio arqueológico. Baste como ejemplo esta publicación en la web de la Asociación de Amigos de la Alcazaba de Almería en la que se habla de rentabilidad del patrimonio en términos exclusivamente económicos. Da la impresión de que los beneficios son económicos o no son. Éste es el punto al que hemos llegado y se entiende por la evolución a lo largo del siglo XX de los países “civilizados” hacia una forma de pensar caracterizada por el capitalismo extremo donde priman, sobre todo lo demás, el beneficio económico y el éxito individual. Es esta mentalidad la que nos hace entender la Cultura como algo accesorio e incluso prescindible si no nos aporta grandes beneficios económicos a corto plazo. Es esto lo que hace que los que se consideran políticos profesionales, y en tantas ocasiones nos niegan la capacidad de hacer política al resto, no apuesten por una arqueología social que vaya más allá de las cifras económicas cada cuatro años.

Es el momento de reivindicar una “arqueología inútil” porque, parafraseando al dramaturgo rumano Eugène Ionesco, “si no se comprende la utilidad de lo inútil no se comprende el arte”. Cambiemos arte por arqueología y tendremos la fórmula. Con “arqueología inútil”, obviamente, no me refiero a una arqueología absurda y sin sentido sino a una arqueología donde el beneficio social, cultural y colectivo prime sobre el beneficio económico. ¿Es esto sostenible? Por supuesto. Sólo hace falta concienciar a la gente de que los beneficios como sociedad -sin olvidar los económicos- serán mucho mayores si se construye conocimiento, crítica, respeto y aprecio por todo lo que nos rodea. El camino contrario es pan para hoy y hambre para mañana. 

De forma probablemente fortuita estos cambios en la mentalidad de todos, donde se prefiere la inmediatez a la reflexión -y los nuevos medios de comunicación tienen mucho que ver con esto, como demuestra Nicholas Carr-, benefician no a toda la sociedad sino únicamente a aquellos que buscan enriquecerse de forma individual. Se entiende que el beneficio económico acelerado, las cifras abultadas, los ceros en el cheque, son los garantes del resto de beneficios (social, cultural, intelectual, espiritual, etc.) cuando en realidad es al revés: solo una educación en el trabajo colectivo y en el crecimiento como personas nos puede llevar a cuadrar las cuentas y a obtener una mezcla de rentabilidades que nos permita seguir desarrollándonos como sociedad y, en definitiva, ser felices. 

Es por eso por lo que también reivindiqué en Vitoria la muerte de la rentabilidad, entendida como un ente único centrado en el beneficio económico para reivindicar una mezcla de rentabilidades. Necesitamos comenzar a poner al mismo nivel el beneficio social, intelectual, emotivo y humano que el beneficio económico. ¿Qué podemos hacer para ello? 

En esto, más que yo, deberían tener la palabra todos aquellos que de una forma u otra nos enseñaron los posibles caminos que se le abren a la arqueología del futuro. Me pareció muy importante la defensa del trabajo colectivo y de las asociaciones como vínculo entre la sociedad y el patrimonio que se hizo desde la mesa coordinada por Alberto Polo y Lorena Marín, miembros de AJIPA. Habría que resaltar más, como bien dijo en repetidas ocasiones Álvaro Falquina, la necesidad de actuar, de no quedarse en el debate o en la discusión bizantina. El debate sin actuación no significa nada. La didáctica del patrimonio también estuvo, por suerte, muy presente: ¿cómo debemos enseñar arqueología a aquellos que les es ajena? ¿cómo hacer que la aprecien y la defiendan? De nuevo aquí nos llevamos mucho sobre lo que pensar gracias a Irene Palomero, Gemma Cardona, A. Polo. y a tanta otra gente que participó en el debate conscientes de que la educación es la única salida posible

Se habló de difusión, de accesibilidad, de socialización, de encuentro, en definitiva, de cómo poner en valor el patrimonio de cara a toda la sociedad. Pero una de las cosas más interesantes me pareció la indicación que hizo Jaime Almansa sobre cómo había cambiado la forma de entender "Arqueología Pública" de unos años a esta parte, pasando de ser la arqueología llevada a cabo por las administraciones públicas a ser la arqueología abierta, social, colectiva, comprometida y compartida por todos. Ni punto de comparación, ¿verdad? 

En una búsqueda sobre "public archaeology" en Google Images lo que más resalta son las personas.

Lo que está claro es que el testigo, hoy por hoy, lo tenemos los jóvenes y que de nosotros va a depender que la arqueología siga evolucionando y caminando hacia un modelo más justo y respetuoso tanto con el patrimonio como con las personas que alguna vez fueron, que hoy son y que mañana serán. Al fin y al cabo, el patrimonio y la arqueología son algo fundamentalmente humano, que no va de piedras sino de personas. Si nos conseguimos dar cuenta de eso -y conseguimos transmitírselo a la gente- habremos avanzado mucho.